lunes, 7 de mayo de 2007

LA ANSIEDAD

En forma cotidiana experimentamos una serie de emociones como ira, alegría, tristeza y ansiedad. Esta última está presente en nuestras vivencias diarias y desempeña un papel importante en la adaptación y defensa ante situaciones de tensión o amenaza. Existe un nivel de ansiedad que se considera normal e incluso útil, permitiendo mejorar el rendimiento y la actividad. Sin embargo, cuando la ansiedad rebasa ciertos límites, aparece un deterioro de la actividad cotidiana y sensación de menoscabo persistente. En este caso, a mayor ansiedad, habrá un menor rendimiento. Por ejemplo en el caso de un expositor ubicado frente a un público exigente, la activación de su umbral emocional puede inducirle a un mejor desempeño. Por el contrario, si la activación es excesiva, la ansiedad actuará de manera contraproducente al interferir con las actividades en forma negativa, impidiendo una buena presentación lo que da paso al punto de partida para los trastornos por ansiedad. Los procesos cerebrales subyacentes al proceso ansioso son parcialmente conocidos y la mayor parte de este conocimiento se ha obtenido mediante el estudio de las acciones de los tratamientos ansiolíticos.
Los trastornos por ansiedad afectan del 5 al 10% de la población general y tienden a incrementarse debido a los factores estresantes ambientales y a los problemas socioeconómicos. Sin embargo, la fisiopatología subyacente es sólo parcialmente conocida. La ansiedad puede afectar a cualquier persona, es más frecuente en las mujeres que en los hombres, se caracteriza por un variado cuadro de síntomas de tipo físico y aún psíquico. Llegan a producir incapacidad y a menudo se complican por el abuso de sustancias adictivas, incluso, de los propios ansiolíticos, que siendo eficaces en el control de la ansiedad, sin embargo, con frecuencia ejercen efectos colaterales que impiden su uso prolongado, lo que aunado al desarrollo de la dependencia que suele aparecer aún con el uso de dosis terapéuticas, genera la necesidad de realizar investigaciones sobre el sustrato anatómico y fisiológico de estos trastornos y a buscar alternativas en el manejo terapéutico, ya que los trastornos por ansiedad al cabo del tiempo pueden desembocar en cuadros de depresión mayor, lo que conlleva el riesgo de suicidio.
Los tratamientos farmacológicos utilizados en el control de la ansiedad son efectivos sin embargo hay que tener ciertos cuidados. En la actualidad las posibilidades terapéuticas no son sólo los fármacos ansiolíticos, sino intervenciones de tipo psicológica y social que junto con otros fármacos que por su calidad y características los hace más innocuos y sin necesidad de mantención a largo plazo. Con ello evitamos por tanto la posibilidad de adicción que por si misma va a regenerar los síntomas ansiosos en los periodos de abstinencia y que en la actualidad constituyen un problema mayor de salud pública por cuanto es motivo de múltiples dificultades en usuarios crónicos de benzodiacepinas.

1 comentario:

alter_io dijo...

buen blog, una lástima que no sigas escribiendo

saludos

ah, llegué él a través de fb, pasa que tengo un marcado interés por los temas que afectan a las cabeza humanas

Carolina