lunes, 7 de mayo de 2007

FARMACOS Y PSICOTERAPIA

¿Es racional el uso de fármacos en los trastornos del carácter?
El uso de fármacos se basa en el supuesto de un sustrato neurobiológico en algunas de las manifestaciones de los llamados trastornos de la personalidad y de la observación de que algunos fármacos son eficaces para tratar estas manifestaciones.
Desde ese punto de vista, la aproximación neurobiológica actual implica la existencia de ciertas dimensiones que están relacionadas con los trastornos de la personalidad, y estas determinadas dimensiones son las que mejor se correlacionan con algunos mecanismos neurobiológicos conocidos. El conocimiento de estas bases neurobiológicas sin embargo es muy reciente. Históricamente se conocieron primero los fundamentos neurobiológicos de las grandes psicosis y de los trastornos del ánimo; solamente en los últimos años se ha generado conocimiento en relación a las bases neurobiológicas de los trastornos de la personalidad.
Por ejemplo la conducta agresiva esta relacionada con alteraciones de tipo neuroquímico que comprometen a una sustancia llamada serotonina. Hay bajos niveles de serotonina en el cerebro de individuos que presentan conductas agresivas e impulsivas. Esto se observó hace varios años, cuando se estudiaron algunos metabolitos de la serotonina en fluidos corporales de pacientes depresivos que eran también aquellos que tenían conductas suicidas. Parecía que alguna relación había entre serotonina y agresividad.
Desde el punto de vista biológico, cuando se analiza la dimensión impulsividad - agresión que, incluye la excesiva disposición a la acción, la irritabilidad y los mecanismos de defensa, se observa que hay relación con los llamados trastornos del ánimo y de la ansiedad. Los trastornos del carácter de tipo esquizoide y que tienen alteraciones en la dimensión cognitiva y perceptual se relacionan con la dopamina y tienen manifestaciones parecidas a la de la esquizofrenia.
La impulsividad, está claramente relacionada con el sistema serotoninérgico. Pacientes bastante impulsivos, reducen dichas conductas desde el comienzo del tratamiento. Se podría pensar que a estos pacientes les disminuye la impulsividad porque, como el medicamento es un antidepresivo, lo que mejora es la depresión, de manera que el efecto sobre la impulsividad sería indirecto. Pero en el análisis podemos separar a estos pacientes en dos grupos: los más impulsivos y los menos impulsivos, y ver cómo se comporta la impulsividad en cada uno de ellos. Vemos que el primer grupo, más impulsivo, redujo más su impulsividad al cabo de seis semanas y la depresividad se comportó de manera distinta: los pacientes menos impulsivos redujeron más la depresividad, y los más impulsivos la redujeron menos. Con este expediente, podemos concluir que, a través del fármaco, estamos actuando sobre ambas dimensiones - la impulsividad y la depresividad - pero de manera distinta y que la acción sobre la impulsividad es directa.

En conclusión, se confirma que en los trastornos de personalidad existe una alteración biológica, específicamente una disfunción de la neurotransmisión cerebral que es factible de ser corregida con fármacos lo que tampoco niega la acción de la terapia psicológica en este tipo de alteraciones y sin embargo se establece cada vez de manera más sólida en el manejo de los síntomas severos y en el control de las capacidades funcionales del paciente para corregir las conductas habituales y adherir, de manera más comprometida y adecuada, a cualquier tipo de psicoterapia que se indique..

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